EN PARTIDA DOBLE
EDICION 950
CORRESPONDIENTE AL 26 DE SEPTIEMBRE DE 2018
Alejandro Mares Berrones
La Libertad de Expresión y el costo por conservarla
Inicié como aprendiz de periodista allá por el año
1992, cuando fui estudiante del Tecnológico de Matamoros, allí hice mis
primeros “pininos”, al lado de un nutrido grupo de amigos, hacíamos un
periódico al que le llamamos La Voz Estudiantil.
Desde aquel entonces definí mi forma de vivir y es que
el periodismo para mí no solo es el oficio más hermoso del mundo, como lo dijo
Gabriel García Márquez; es para mí una forma de vida, por eso decidí ser
periodista, independiente y crítico, de línea dura, sin tapujos.
Al principio fuimos como 25 compañeros, pero para la
tercera edición de ese periodiquito, solo quedamos 10; para la quinta
publicación solo quedamos 6 y así nos mantuvimos hasta concluir nuestras
carreras…
Quedamos tan pocos, porque en el primer “juntón” que
nos dieron, que fue por criticar a un profesor, el que solo llegaba al salón y
lo único que hacía era contar chistes y decir refranes y por eso nos
expulsaron, fue así que de 25 que fuimos solo quedaron 10…
En la segunda expulsión fue porque según la sociedad
de alumnos, que en aquel entonces estaba compuesta por porros, se quejaron en
la dirección del plantel, porque según ellos estábamos usando el nombre del
Tecnológico, pero la verdad fue que nos quisieron poner a cuota y como no
aceptamos, esa fue la causa por la que nos volvieron a correr, aquí quedamos 6…
Luego en la tercera expulsión, esa estuvo más gruesa,
pues criticamos al entonces alcalde Tomás Yarrington Ruvalcaba, ex gobernador corrupto
y narco de Tamaulipas, hoy huésped distinguido de la cárcel Carrizales de
Olmito Texas, al que tuve el placer de irlo a ver a la Corte, encadenado y ser
tratado como a un perro.
Hicimos una publicación de una calle destrozada y eso
hizo enojar al director del plantel de apellidos Alonso Banda y al presidente
de la Sociedad de Alumnos, Francisco “Pancho” Sánchez, sobrino de Yarrington,
quienes se amafiaron para expulsarnos, así que nos las vimos negras…
Mis amigos Juan Chávez, quien tiene hoy en la
actualidad un negocio de partes eléctricas en la Primera y Vizcaya; mi amigo
Rubén Rubio Pérez, quien hoy vive en los Estados Unidos y es Pastor Evangélico,
mi amigo Oscar Delgadillo, quien es funcionario de la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público…
Mi amigo Mauro de la Fuente, quien en aquel entonces
estudiaba en el Tecnológico Electrónica, y posteriormente se fue a Monterrey a
estudiar Ciencias de la Comunicación y hoy es corresponsal del periódico El
Norte y una compañera que se llama Deysi, no recuerdo sus apellidos, pero se
fue a Tampico, porque sus padres se cambiaron para aquella ciudad, pero era muy
bragada la mujer, nunca se rajó.
Al final solo quedamos 4, Oscar, Rubén, Juan y su
servidor; nunca nos pudieron expulsar porque no existían elementos para ello,
todos fuimos buenos estudiantes, no teníamos materias reprobadas, nuestro único
delito fue practicar la libertad de expresión a través de un medio impreso, el
cual lo imprimíamos en San Benito, Texas y quienes nos diseñaban en aquella
época fueron los periodistas José Luis Castillo Sandoval y José Luis Reyes
Silva…
Recuerdo que en cada intento de expulsión, nos citaban
a la sala de juntas de la Dirección del Tecnológico, estaba el corrupto
director Alonso Banda, que fue acusado ante la PGR por fraude a la nación por
el periodista Jesús Izaguirre, que en algún tiempo trabajó en el periódico El
Bravo.
A Izaguirre lo habían contratado para dar clases de Finanzas,
pero solo lo hizo por un semestre y
después lo despidió, pero siguieron cobrando por él, solo que no sabían que era
periodista y les descubrió el enjuague y
lo hizo público y hasta lo denunció penalmente ante el Ministerio Público
Federal; por estos negros antecedentes al corrupto de Alonso Banda lo cambiaron
de Tecnológico, lo protegieron.
En esa mesa larga, llena de personas, estaba siempre
el director corrupto Alonso Banda y los subdirectores del plantel, los líderes
sindicales, y los miembros de la sociedad de alumnos, listos para “cortarnos
las cabezas” y para expulsarnos del plantel y del Sistema de Tecnológicos, pero
entre todos ellos, había uno, que actúo siempre con justicia, el abogado Arizpe
Rojas, que por mucho tiempo fue Juez Penal y asesor jurídico del Tecnológico…
El abogado Arispe Rojas, siempre les dijo que no
existían elementos para expulsarnos del Tecnológico, a pesar de ello, el
director del plantel el corrupto de Alonso Banda, como quiera nos corría, y en
esta tercera expulsión fue más severo, nos quería fuera del Sistema Educativo
de los Tecnológicos, es decir, que en ningún otro Instituto nos aceptarán para
concluir nuestras carreras.
Nadie en Matamoros, nos querían defender, el
licenciado Carlos Arturo Guerra Velasco y Julio Alberto Rubio Pérez, hoy
respectivamente dueños de Contacto y Vertical, nos recomendaron al licenciado
Alejandro Pérez “La Carabina”, quien a partir de allí se convirtió en mi
padrino, hasta el día que falleció, que Dios lo tenga en su santo trono…
“Ese pinche director, esta pendejo, como cree que los
va a correr por hacer un periódico, no te preocupes tocayo, lo vamos a
denunciar y vas a ver sino le baja de huevos, se tiene que enseñar a respetar
la libertad de expresión, es un derecho universal no solo constitucional,
imagínate una ciudad sin semáforos, sería un desmadre, así pasa con un pueblo,
donde no se respete la libertad de prensa y de pensamiento”, dijo La Carabina.
Después de esta expulsión, ya no vinieron otras,
Alonso Banda, como dijo mi padrino Alejandro Pérez, “La Carabina”, le bajo, ya
no nos molestó, sin embargo, los problemas siempre fueron cotidianos, los
porros de la sociedad de alumnos, principalmente en el periodo de Pancho
Sánchez, sobrino de Tomás Yarrington, en varias ocasiones me sacaron pistola y
en algunas otras hasta intentaron golpearme; estábamos en clase y les quitaban
el periódico a los compañeros que lo habían comprado e iban y nos lo quemaban
en la puerta del salón y cosas así; cada que salía La Voz Estudiantil era bronca
que se nos venía.
Desde aquella época me di cuenta que dedicarme a este
hermoso oficio no iba hacer nada fácil, menos cuando se es crítico y no toleras
las injusticias y los abusos y ahora que ejerzo la libertad de expresión en
otro periódico El Norteño, las broncas son mayores y el riesgo es mucho más
alto.
¡Qué nos
pasa!
La realidad de nuestro México es de tristeza para
practicar la libertad de pensamiento, de prensa, de opinión, los enemigos de la
libertad de expresión ya no son porros, son políticos corruptos, que se cobijan
con el manto de la delincuencia y su única forma de defensa es la de amenazar y
difamar a los periodistas que les critican sus “enjuagues” y les descubren sus
tranzas.
Matamoros, no escapa a esta situación, pero existe un costo
que se paga, para defender la libertad de expresión, las amenazas de políticos
corruptos y coludidos con el ogro de mil cabezas es la peor de ellas.
Se vive en la zozobra, los colegas periodistas solo
observan como en algunas ocasiones seudo políticos atacan a sus compañeros, y
no se meten hacer “esquina”, tienen miedo, me refiero a los de Matamoros, otros
son más egoístas, “déjenlo solo, él se metió en eso, que él se defienda con sus
propias uñas”; no se dan cuenta, que el día de mañana a ellos le va ocurrir lo
mismo o algo peor.
“Qué nos pasa”, como decía Héctor Suárez, de que se
trata, nadie defenderá la libertad de expresión, ¡nadie!, entonces, ¿los
periodistas dónde están?, ¡tienen miedo!, todos tenemos miedo, pero la fiereza
del león la adquiere del temor de su víctima, mientras más miedo le tengamos al
león, este más agresivo se vuelve.
Cuál será el costo, por defender la libertad de
expresión, no lo sé…
Nos vemos en la próxima y recuerden: ¡El lenguaje como
legítima defensa!.